Energía vital

En teoría, obtener energía es fácil simplemente comiendo y haciendo deporte.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que una persona que está enferma no tiene la misma energía y capacidad física que una persona sana. Por lo tanto, sería poco realista esperar que alguien enfermo pueda correr una maratón. Además, cuando estamos enfermos, nuestro cuerpo no cuenta con suficiente oxígeno para llevar a cabo todos los procesos necesarios para fortalecer nuestro sistema inmunológico.

Es interesante destacar que los microbios y virus tienen una capacidad de multiplicación mucho más rápida de lo que nuestro sistema inmunológico puede combatir. Esto se debe a un proceso llamado fagocitosis, en el cual las células del sistema inmunológico intentan eliminar los agentes infecciosos a través de la oxidación. Sin embargo, esta carrera contra el tiempo puede resultar complicada, ya que los microorganismos pueden multiplicarse rápidamente.

Para entender mejor este concepto, podemos hacer una comparación con la llama de un fuego. Si observamos una llama de un quemador, notaremos que si hay suficiente oxígeno presente, la llama será azulada y mucho más caliente que una llama amarilla que carece de oxígeno. Nuestro cuerpo utiliza la oxidación como un mecanismo para generar energía y llevar a cabo una combustión óptima.

En resumen, cuando estamos enfermos, nuestro cuerpo enfrenta desafíos tanto en términos de energía como de oxígeno. Es importante cuidar nuestra salud y apoyar a nuestro sistema inmunológico para enfrentar eficientemente las infecciones, ya sean virales o bacterianas.

Al mismo tiempo, la oxigenación ayuda a mantener el equilibrio ácido-alcalino necesario para su buen funcionamiento. Además, es importante destacar que los glóbulos rojos o hematíes de la sangre son los encargados de transportar este valioso oxígeno a todas las células del cuerpo. Sin embargo, existe otra sustancia capaz de llevar a cabo esta función tan vital: el dióxido de cloro.


El dióxido de clorodisuelto en agua , a pesar de ser conocido como una solución iónica y oxígeno en su forma más simplificada, tiene la capacidad de almacenar oxígeno al igual que los glóbulos rojos. Asimismo, al igual que la sangre, libera este oxígeno en las zonas más ácidas del cuerpo.


Pero ¿cómo lo logra?


Durante el proceso de oxidación, la molécula de dióxido de cloro se desintegra en dos componentes esenciales: por un lado, en sal y por otro, en oxígeno. Esta desintegración genera una gran cantidad de energía electroquímica que resulta sumamente beneficiosa para nuestro organismo. Esta energía no solo ayuda a eliminar los patógenos ácidos presentes en nuestro cuerpo, sino que también los convierte en productos oxidados similar a “cenizas” que son mas alcalinas.


Es importante destacar que nuestras células no se ven afectadas por este proceso, ya que están conectados entre si y por lo tanto pueden dispar cargas eléctricas y ademas cuentan  una defensa natural llamada glutation, lo cual les permite disipar las cargas eléctricas y protegerse de cualquier daño. De esta manera, podemos afirmar que el dióxido de cloro en forma de CDS, al igual que los glóbulos rojos, desempeña un papel fundamental en el transporte y liberación de oxígeno en nuestro cuerpo, contribuyendo así a mantener un equilibrio ácido-alcalino y favoreciendo nuestro bienestar general.